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Almanzor – El Victorioso de Alá

Almanzor fue un gobernante andalusí de finales del siglo X. Bajo su mando, el califato de Córdoba vivió su época de mayor prosperidad, poder y gloria.

Vivió en Medina Azahara, amplió la Mezquita de Córdoba y construyó su propia ciudad palatina, hoy reducida a escombros. La suya fue una época de intrigas, alianzas, conjuras y traiciones. Como guerrero nunca conoció la derrota en el campo de batalla y fue el mayor tormento de los cristianos.

Tras su muerte, el imperio cordobés y toda Al-Ándalus iniciaron un periodo de declive del que nunca se recuperarían

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Almanzor en la flor de la vida – Fuente

La forja de Almanzor

Su nombre completo era AbuʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí. Almanzor es una castellanización del apelativo Al-Mansur-bin-Allah, que significa el Victorioso de Alá.

Nació en el año 939 ó 940, probablemente en la ciudad de Torrox (Málaga). Su padre era un rico descendiente de los conquistadores musulmanes de la península ibérica. Al poco de morir este, Almanzor se dirigió a Córdoba, capital del califato, para forjarse su propio camino. Tenía 22 años y se dice de él que era un «joven equilibrado, inteligente y calculador que no perdía el tiempo diversiones propias de su edad».

El califa del momento era Alhakén II, hijo de Abderramán III (primero de la dinastía omeya y fundador de Medina Azahara).

Salón Rico de Medina Azahara, ciudad palatina omeya construida en el siglo X – Fuente

Ascenso como administrador

Almanzor se pasó los siguientes años obteniendo cargos cada vez más importantes en la Córdoba califal. Primero se convirtió en alfaquí, una especie de jurista de la ley musulmana. Luego ejerció de copista y escribiente; y antes de cumplir 27 años fue elegido para gestionar los bienes del hijo primogénito del califa.

Más tarde fue nombrado director de la Ceca, la Casa de la Moneda del califato. Por estas fechas nació su primer hijo, al que llamó Abd Allah. Almanzor siempre albergó dudas sobre esa paternidad y lo trató de menos con respecto a sus futuros hermanos. Esto llevaría a que años después Abd Allah se rebelase contra él.

En 969 fue nombrado cadí de Sevilla y Niebla, una especie de magistrado-gobernante. Al año siguiente le encargaron administrar los bienes del pequeño Hisham, nuevo heredero de trono debido a la repentina muerte de su hermano (el primogénito).

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Almanzor – Fuente

Haciendo amigos y urdiendo planes

Almanzor no tardó en fijarse en un hombre llamado Galib, general de los ejércitos del califa. Se le ocurrió que sería buena idea utilizar al ejército como palanca para ascender al gobierno, con lo que se hizo amigo del general.

Los siguientes 5 años, Almanzor ejerció como jefe de policía, magistrado y gobernador del norte de África. Gracias a estas responsabilidades, y sobre todo a que se le encargó gestionar las finanzas de una campaña militar en el Magreb contra rebeldes al califa, estrechó aún más lazos con Galib.

A los 34 años ya se había construido dos fastuosas residencias, y las cosas no harían más que mejorar. A su compadre Galib también le iba de perlas: en 975 cosechó una gran victoria contra castellanos y navarros en el asedio de Gormaz (Soria).

¡El califa ha muerto, viva el califa!

En 976 muere el califa Alhakén II. Su hijo y heredero, Hisham II, sólo tenía 11 años. Una facción de la corte quiso poner al hermano del califa fallecido en el trono. Los conjurados fueron neutralizados y los partidarios de Hisham decidieron matar a su tío. Almanzor fue el elegido para ordenar el asesinato.

Entronizado Hisham, Al-Mushafí, el líder de sus partidarios, se convirtió en primer ministro y Almanzor en su brazo derecho. Poco antes nació al-Malik, hijo favorito de Almanzor y su futuro sucesor.

Puerta de Alhaken II en la Mezquita de Córdoba – Fuente

Primeros pinitos como líder militar

En el año 977 los cristianos realizaron varias incursiones en Al-Ándalus y Almanzor recibió el encargo de defender el territorio. No sólo expulsó a los invasores sino que incluso le arrebató un castillo al rey de Castilla. Esta campaña aumentó muchísimo su popularidad

Almanzor aprovechó la coyuntura para dar más poder a Galib. Juntos conquistan varios castillos, haciéndose con muchos prisioneros y un buen botín por la zona de Madrid.

A su regreso a Córdoba, Almanzor y Galib se deshicieron de al-Mushafí, el actual primer ministro. Almanzor se apoderó de su cargo. Con la excusa de proteger al califa Hisham, lo aisló totalmente en palacio, convirtiéndolo en un pusilánime sin voluntad para el resto de sus días.

Poco después, Almanzor construyó su ciudad palatina particular: Medina Alzahira, la Ciudad Brillante. Fue otra forma de alejar a Hisham del poder político. Durante los siguientes 20 años, Al-Ándalus vivirá su época de mayor riqueza, esplendor y tranquilidad.

Restos de la ciudad califal de Medina Azahara – Fuente

Almanzor vs. Galib

Para el año 981 a Almanzor se salió un enemigo inesperado: el general Galib. Este no aprobaba los movimientos que estaba haciendo para perpetuarse en el poder. Terminaron declarándose la guerra y Galib murió en la batalla que enfrentó a ambos bandos.

Como colofón a esta etapa de ascenso al poder, Almanzor aplastó a los cristianos de Pamplona y Castilla y conquistó Zamora.

Almanzor, el Victorioso

El sobrenombre de al-Mansur-bin-Allah, el Victorioso de Alá, se lo autoimpuso él mismo por esta época, en torno al año 982. El califato de Córdoba gozaba de una paz interna y una prosperidad nunca vistas. Consciente de su poder, Almanzor impuso hacia su persona un protocolo propio de un soberano.

Seguirán dos décadas de aceifas casi ininterrumpidas contra los politeístas cristianos.

Las aceifas eran incursiones de castigo, más que de conquista, que tenían el objetivo de infundir terror, hacerse con botín y esclavos y obligar a los reinos cristianos a pagar tributos. Estas campañas se llevaban a cabo en verano y eran devastadoras.

En 984 nace Abderramán Sanchuelo, que será el último gobernarte de la dinastía iniciada por Almanzor. Tenía este 44 años, estaba ya un poco canoso, empezaba a ralearle el pelo de la cabeza y lucía cada vez más arrugas y cicatrices. Era un hombre de nariz ganchuda y algo de joroba.

Almanzor
Almanzor – Fuente

De victoria en victoria

Algunos de los éxitos más sonados de las tropas de Almanzor fueron: el saqueo de Barcelona (985); el brutal castigo a Coimbra de 987 (arrasaron tan a lo bestia la ciudad que esta quedó despoblada durante los 7 años siguientes); o la toma de Zamora en 988.

Pero el gran reto al que se enfrentó en estos años fue la traición de su hijo Abd Allah. En 989 el muchacho, su primogénito, ya era todo un soldado que participaba en las aceifas. Pero tenía envidia insana de la gloria de su padre y tirria a su hermano al-Malik, que era el preferido de Almanzor. Abd Allah conspiró contra su padre y terminó decapitado. Almanzor se excusó de su implacabilidad alegando sospechaba que en verdad Abd Allah no era hijo suyo.

En 991 delegó el título de primer ministro en su hijo al-Malik. Al año siguiente, sustrajo el último símbolo del poder del califa Hisham II: el sello califal. Desde entonces los documentos oficiales se rubricaban con el sello de Almanzor.

Por estos tiempos pactó la paz con los reyes de Castilla y Navarra. Sólo el rey de León, Bermudo II, siguió dándole guerra. Pero tras la toma de Astorga por parte de las tropas califales también aceptó pagar tributos.

Mezquita de Córdoba. Fue ampliada por Almanzor en los años 987-988 – Fuente

Poder absoluto

En el año 997 el califa Hisham II cumplió 30 años. Para entonces era un pobre diablo adormecido a posta por Almanzor, que le había privado de casi todo contacto con el mundo real. Por si no fuera suficiente, Almanzor le hizo firmar un documento que le legitimaba definitivamente solo a él para dirigir todos los asuntos políticos. Así se hizo dueño absoluto del estado califal.

Santiago de Compostela

Para castigar al rey Bermudo de León, que incumplió los acuerdos de paz, Almanzor se propuso destruir el templo de Santiago. El año: 997. A su llegada a la ciudad la encontraron abandonada, a excepción de un monje viejo que estaba rezando ante la tumba del apóstol.

No dejaron en pie ni casas, ni palacios, ni murallas ni iglesias. Pero Almanzor sí respetó el sepulcro y al viejo monje, dice la leyenda. A su regreso atravesaron las tierras de Bermudo haciendo todo el daño posible.

Llevaron como botín a Córdoba las campanas de la Iglesia de Santiago y muchas de las puertas de las murallas de la ciudad.  

Representación del saqueo de Almanzor a Santiago de Compostela – Fuente

La batalla de Cervera

En el año 1000 los cristianos, arengados por el conde de Castilla Sancho García, unieron sus ejércitos y se enfrentan en una gran batalla a las tropas califales en Peña Cervera (Burgos). Los cristianos luchan mejor que nunca y el ejército califal empieza a tambalearse. La carga final de los cristianos parecía que, esta vez sí, iba a decantar la batalla a su favor. Pero las instrucciones de Almanzor consiguen dar un vuelco a los acontecimientos… y ¡los musulmanes vencen!

La humillación dejó descorazonados a los cristianos durante una buena temporada. Almanzor pasaba entonces de los 60 años, tenía el rostro muy arrugado, se cansaba pronto y tenía dolores de huesos.

Almanzor anciano

En el año 1001 Almanzor salió otra vez de aceifa por Castilla. En esta ocasión la campaña fue más corta porque se fatigaba. De todas formas consiguió más victorias. Se dice que:

Hacía recoger el polvo que se depositaba en sus vestiduras al final de cada jornada durante las campañas, con la intención de que sirviera como lecho a su cuerpo en la tumba y así presentarlo en el paraíso, como prueba de su dedicación a la yihad o guerra santa.

Un año después se embarcó en un nueva aceifa veraniega contra los politeístas de Castilla. Pero debido a su precaria salud emprendió enseguida el regreso a Córdoba. A la altura de Calatañazor (Soria) se encontró peor de salud si cabe, y un par de jornadas después tuvo que dejar el caballo y ser conducido en litera. Así hasta llegar a Medinaceli, sede de la Marca Media (frontera de Al-Ándalus).

Entre sufrimientos, ordenó a Abderramán Sanchuelo, su hijo más joven, tomar el mando del ejército. Y a al-Malik ir de inmediato a Córdoba para salvaguardar el poder. Solo le preocupaba haber dejado todo bien atado para que sus hijos continuaran su dinastía.

Poco después Almanzor entró en una especie de sopor, y al día siguiente falleció.

Almanzor
Al-Ándalus en tiempos de Almanzor – Fuente

Un legado efímero

Al final de la vida de Almanzor el imperio cordobés tenía quizá más poder, riquezas y prestigio que nunca. Las arcas del tesoro estaban llenas, igual que los almacenes de grano y los depósitos de armas.

Su hijo predilecto al-Malik gobernó 6 años más sin demasiados contratiempos. Pero en 1008 empezó a mostrar síntomas de una rara enfermedad que lo llevó a la muerte con tan sólo 33 años.

Heredó el gobierno del califato su hermano Abderramán Sanchuelo. Este resultó ser un incapaz total, juerguista, prepotente y con capacidad militar nula que fue destronado enseguida. Así terminó el clan de Almanzor.

A partir de entonces vendría un largo declive. El califato de Córdoba y toda Al-Ándalus fue pasto de guerras continúas entre facciones rivales hasta la ruina definitiva.


Fuente: ALMANZOR – Al-Mansur. El Victorioso por Allah, de Ángel Espinosa Durán. Ed. Alderabán. Madrid, 1998.

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